En el escenario de escasez de dólares, la dolarización implicaría, por lo menos, una mega devaluación para reemplazar los pesos existentes con los dólares disponibles en el Banco Central, sumado a un mayor nivel de endeudamiento externo. Si bien el cálculo de la tasa de cambio debiera realizarse teniendo en cuenta, por un lado, las reservas internacionales netas por la liquidación del patrimonio del BCRA que incluye la propuesta, y por el otro, el total de pasivos monetarios del BCRA, Milei, en su limitada explicación de cómo se llevaría adelante la dolarización en su eventual gobierno, dentro de los activos, toma en cuenta a las reservas internacionales netas sólo de determinados pasivos en divisas del BCRA que selecciona arbitrariamente:
“Yo tengo pasivos que rescatar, que son las Leliqs, que son 30.000 millones de dólares, y 10.000 millones de dólares que tengo que rescatar de base monetaria. O sea, 40.000 millones de dólares. Yo tengo la posición de Oro, tengo la posición de SEDESA, tengo la posición del BIS, tengo la posición de DEGs. Cuando yo hago toda la cuenta de todo eso, ¿sabe cuánto tengo? 10.000 millones de dólares. ¿Qué quiere decir? Que tengo los dólares físicos para sacar los pesos físicos, que son 10.000 millones de dólares la base monetaria”. Milei, 16 de agosto 2023, Programa A Dos Voces, TN.
El candidato de “La Libertad Avanza” estaría valiéndose de activos que ofician de respaldo de los ahorros en dólares de las y los argentinos: es tomar los encajes que no le pertenecen y violar contratos.
Una investigación del Centro de Economía Política (CEPA), que dirigen Hernán Letcher y Julia Strada, define la dolarización propuesta por Milei como una licuadora de los salarios, y motivo de un nuevo endeudamiento de la Argentina.
Base monetaria: si seguimos la lógica planteada por el candidato de LLA y para su retiro de plaza y canje a divisa se usase la posición de oro y de divisas de las reservas internacionales netas de determinados pasivos escogidos arbitrariamente por ese espacio político (aunque neteando también los fondos provenientes de la línea crediticia del BIS por lo expuesto anteriormente), los dólares disponibles ascenderían a alrededor de USD 6.400 millones. Ello arrojaría un tipo de cambio de conversión de $998,86. Ello supondría afectar el principal respaldo de los ahorros en dólares de las y los argentinos que están en el sistema bancario: los encajes y convierte en inviable a la propuesta.
Letras de Liquidez y otros pasivos en pesos del BCRA: para retirar el total de pesos de la economía, no sólo se debe reemplazar la base monetaria, sino que existe un stock de pesos que, si bien no están en circulación, son el respaldo de los depósitos bancarios en moneda nacional. Son las famosas Leliq (Letras de Liquidez) y los pases pasivos y otros títulos en pesos del BCRA. No reemplazarlos y sólo hacer el cambio de moneda en los registros contables de los bancos, podría derivar en que cuando un depositante pretenda retirar su depósito, ahora convertido a dólares, esos dólares no estén, generando una crisis bancaria en la cual el BCRA no pueda actuar como prestamista de última instancia ya que no tendría dólares para hacerlo. Las Leliq, Notaliq y los pases pasivos ascendían a la fecha de corte a la suma de $17,09 billones. Sumando estos otros pesos a la base monetaria, lo que asciende a $23,48 billones, el tipo de cambio de conversión sería de alrededor de $3.670. Este tipo de cambio, aun siendo por demás elevado, se combina con la pérdida del principal respaldo de los depósitos en dólares de los ahorristas, los encajes que los bancos tienen depositados en el BCRA, lo que hace impracticable la propuesta.
¿Es posible realizar lo que propone Milei?
1. La falta de precisión de los datos que aporta. Aún convirtiendo la valuación en pesos de los títulos públicos del BCRA al tipo de cambio “A” 3500 (lo que implica su sobredimensionamiento, dado que los títulos de mercado que tiene el BCRA en cartera tienen incorporada la brecha cambiaria en su cotización en pesos), nunca rondaron los USD 120 mil millones.
2. La mayor parte de esa cartera se compone de Letras intransferibles que no tienen cotización de mercado (USD 64.983 millones de valor nominal) y resulta bastante discutible asignarle un potencial valor de mercado en línea con las paridades actuales de los bonos del Tesoro en dólares estadounidenses. Asumir eso es lo mismo que asumir que el Tesoro podría ampliar la emisión de alguno de los Bonares o Globales ya existentes por ese valor nominal y colocárselo al BCRA en canje por esas letras intransferibles, sin que ello tenga impacto alguno en la cotización de esos bonos. Es difícil sostener que una ampliación de la emisión de un bono en esa magnitud tan significativa no tenga impacto en su cotización. Todo ello, desde ya, dejando de lado el análisis de viabilidad jurídica de esa operación.
3. Del resto de los títulos que el BCRA posee, los segundos en importancia relativa en su cartera son bonos y letras en pesos ajustados por CER o duales que el BCRA adquiere a partir de sus intervenciones en el mercado secundario en pos de generar retornos reales positivos en las inversiones en pesos y de fortalecer el mercado de deuda pública en pesos. No pareciera que en el corto plazo puedan colocarse en su totalidad en el sector privado dada su importancia relativa sobre el total de deuda en pesos del Tesoro en circulación, más allá de que tampoco le serviría para obtener divisas, sino, en todo caso, absorber pesos.
En definitiva, más allá de que sea vía el canje de deuda intraestado por deuda con el sector privado o vía el uso de esa deuda como colateral, lo que está claro es que la obtención de fondos frescos para llevar adelante la propuesta de dolarización es a través de la colocación de deuda de mercado al sector privado, independientemente de la forma en que se lleve a cabo.
Es importante señalar que la dolarización propuesta por Javier Milei tiene como uno de sus mentores a Emilio Ocampo, quien formalizó el punto crucial de la propuesta de manera muy clara: sólo cierra tomando más deuda. El propio Ocampo aclaró la cuestión cuando habló de empeñar las joyas de la abuela: “Vos sabés que te va a llegar una herencia el año que viene, pero necesitás un montón de guita ahora ¿Qué haces? Le vas a pedir a la abuela que te de las joyas y vas a la calle Libertad, las empeñás y le decís ´abuela, no te preocupes porque yo sé que me está entrando la herencia el año que viene y las voy a recuperar´”.
Si se realiza un análisis integral de la propuesta de dolarización que Milei-Ocampo impulsan, los escenarios deben incluir la colocación de deuda como variable clave, para garantizar el ingreso de dólares que financien el nuevo esquema y respalden la totalidad de los pasivos a cubrir. Esto es lo que denominan “liquidar el Banco Central”, es decir, cancelar todos los pasivos del BCRA y poder prescindir del mismo. La propuesta integral que fuera formalizada por Ocampo, introduce la variable endeudamiento como eje central para financiar la dolarización, a través de la creación de un fideicomiso bajo “jurisdicción segura” (metáfora de jurisdicción extranjera) compuesto por las Letras de Liquidez del BCRA, y garantizado por las acciones de YPF y los activos del Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS). Este endeudamiento puede asumir distintas magnitudes (1 o 2 FMI de USD 45 mil millones, adicionales) según sea el salto devaluatorio (de $3.000 o de $800, respectivamente), siendo en todos los casos una combinación altamente perjudicial para el bolsillo de las y los argentinos y la sustentabilidad de la deuda del Tesoro.
SALARIOS MÁS BAJOS
La conversión de pesos por dólares supone un gran ajuste en el valor del tipo de cambio. Se trataría de una gran devaluación con impacto en salarios e ingresos de la población y a la vez, el incumplimiento de contratos de ahorristas en dólares dada la utilización para la dolarización, salvo que sean reemplazados con más deuda. Un salario bruto promedio del sector privado asciende a $375.000 aproximadamente a agosto de 2023, lo que equivale a $312.000 netos. Su valor en dólares podría reducirse drásticamente en todos los escenarios en un análisis de estática comparativa:
● Dólar de $350: salario de USD 891 (actual)
● Dólar de $998,86: salario de USD 312 (-65,0%)
● Dólar de $3.670: salario de USD 85 (-90,5%)
La pérdida de poder adquisitivo en dólares se ubicaría entre 86% y el 93%. La perspectiva es de lisa y llana licuación salarial.
PÉRDIDA DE HERRAMIENTAS DE POLÍTICA ECONÓMICA
En un esquema de desaparición del peso argentino, también se trastoca la caja de herramientas de la administración de la política económica: la política cambiaria, fiscal y monetaria.
Política cambiaria. La caída de precios internacionales puede ser compensada en un país no dolarizado vía devaluación del tipo de cambio. La política cambiaria sirve para amortiguar shocks externos. De esa forma, se atenúa el impacto recesivo de una caída de los precios internacionales. De no existir dicha herramienta, todo el ajuste ocurrirá por cantidades y la recesión será inevitable, escenario que nos recuerda a la dinámica de la Convertibilidad. No poder devaluar dejaría a la industria en una posición sumamente debilitada frente a su competencia internacional. Este sector, que representa a enero de 2023 nada menos que el segundo mayor generador de puestos registrados del sector privado (18% del total), sería castigado con una rentabilidad menor, provocando esto el cierre de una magnitud descomunal de empresas, particularmente pymes.
Política fiscal. Toda merma en la actividad económica, como por ejemplo la que transitamos actualmente a causa de la sequía, provoca una caída abrupta de la recaudación. En marzo de 2023, de hecho, la caída de la recaudación alcanzó 21% en términos reales y en el primer trimestre de 2023 el déficit fiscal acumulado sumó $690 mil millones. Tanto las licitaciones públicas del Tesoro Nacional como la utilización – con límites por el acuerdo con FMI- de los Adelantos del BCRA son las herramientas de financiación del mismo. En un esquema de dolarización, la supresión del déficit es un punto de partida que agregaría una fuerte dosis de ajuste a la licuación salarial mencionada anteriormente. De otro modo, dado que todo déficit fiscal supondría la necesidad de dólares para financiarlo, cualquier necesidad fiscal -incluso aquella por razones exógenas como una sequía- llevaría a colocar deuda pública en dólares.
Política monetaria. El ejemplo más claro del rol de los Bancos Centrales ha sido la pandemia, no sólo en Argentina sino a nivel global. Durante la crisis del Covid el Gobierno argentino, que se encontraba sin acceso a los mercados de deuda (endeudado con el FMI y habiendo defaulteado la deuda en pesos durante la gestión de Cambiemos) y cuyos recursos tributarios habían caído para junio de 2020 al 30% interanual, tuvo que asistir a hogares y empresas en una situación inédita desde el punto de vista sanitario y social. En 2020, el Banco Central de la República Argentina (BCRA) transfirió al Tesoro Nacional $1,6 billones en concepto de utilidades y $407.720 millones como adelantos transitorios.
ECUADOR Y EL SALVADOR LO HICIERON
En enero del año 2000, y atravesado por una profunda crisis económica, el gobierno de Jamil Mahuad decretó la dolarización de la economía, y de esta forma Ecuador se convirtió en el primer país latinoamericano en eliminar su moneda nacional. La dolarización significó una fuerte devaluación, con un dólar multiplicándose cinco veces, que pulverizó los ahorros, los salarios y las jubilaciones, como corolario de una caída pronunciada a lo largo de varios años previos.
El caso de El Salvador, cuya dolarización fue en 1999, es aún más traumático: el salario mínimo perdió casi 65% de su valor en los 20 años previos y la dolarización no le permitió recuperar nada de lo perdido hasta 2011 (y sólo una pequeña porción si se llega hasta 2021). El caso argentino es el inverso. El salario mínimo perdió entre 1980 y el 2000 aproximadamente 25% de su valor (y casi 40% a 2002), en buena medida durante la Convertibilidad. Luego de optar por una salida productiva, con fuerte devaluación como punto de partida, pero con moneda propia y sin dolarizar, el salario inicia una recuperación posterior. Hacia 2011 el salario mínimo en Argentina no sólo logró recuperar lo perdido previamente, sino que muestra una mejora sustancial en todo el periodo:
1. mejora real de 177% respecto de 1980
2. mejora real de 248% respecto de 2001
Lo que la propuesta libertaria ofrece como mejora y bienestar de los asalariados, prometiendo mayor poder adquisitivo, no se consigue ni en el momento uno, ni luego del sacrificio inicial. La dolarización no resuelve la raíz estructural de los desequilibrios macroeconómicos en Argentina, sino que elimina la moneda propia, ajusta drásticamente el déficit fiscal (con lógico impacto en partidas sociales), licúa salarios e incrementa el endeudamiento, abandonando la opción productiva. Es un cambio de ordenamiento profundo para virar hacia una economía para unos pocos. Si en cambio, se avanzara en resolver de manera sostenible la dinámica bimonetaria de la economía argentina —principal vehículo de la suba de precios e inestabilidad macro—, con una más eficiente administración del comercio exterior sostenida en el tiempo (evitando desregulaciones cíclicas), financiación en el mercado local del déficit fiscal y solución a la salida de capitales, ¿para qué serviría una dolarización? Precisamente, en ese camino la economía requiere una moneda propia, cuya fortaleza se sostenga en el tiempo, otorgue previsibilidad y permita crecimiento con distribución.